sábado, 8 de mayo de 2010

Continua el Juicio por Terrorismo de Estado en el Chaco

La Brigada, primer destino ilegal del circuito represivo de los años 70

Sábado, 08 de Mayo de 2010

En la tercera jornada del juicio, comenzó la lectura del requerimiento a juicio contra 10 policías y 2 militares en la Causa Caballero que solicitó el abogado Mario Bosch en representación de las partes querellantes, víctimas de los delitos y la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, cuyo texto tiene algunas diferencias con el presentado por los fiscales Gustavo Corregido y Roberto Mena, que se conoció entre el miércoles y jueves.

Sin embargo, en la parte central ambos textos son coincidentes y en este último también se solicitó al Tribunal Oral Federal Penal de Resistencia que “oportunamente se corra vista al Ministerio Público Fiscal por la posible comisión del delito de asociación ilícita artículo 210 del Código Penal de la Nación, así como se continúe con los requerimientos de instrucción realizados y obrantes en autos o que sean conexos al mismo, todos por tratarse de hechos diferentes a la pieza acusatoria aquí desarrollada”.
El juicio continuará el próximo miércoles desde las 8.30 en la sede del Tribunal Oral Federal Penal de Resistencia (en la parte superior del edificio del Correo Argentino). Lo que sigue a continuación son algunos de los testimonios que aparecen en esta causa por la que se enjuicia a policías y militares. Son relatos de las víctimas de crímenes de lesa humanidad denunciados en el expediente en cuestión.

¿Por qué me pega, profesor?
A mediados de septiembre 1975 Hugo Ramón Barúa llevaba poco más de una semana de detención en La Brigada. Hasta ahí lo llevaron los policías Cardozo y Manader. Las sesiones de tortura eran intermitentes en los primeros diez días de ese infeliz destino. Estaba cobrando duro y en una de las sesiones se sumó a la golpiza que le estaban dando un hombre corpulento de rostro conocido. “¿Por qué me pega, profesor?”, le preguntó a Alberto Valussi.
El docente también integraba el Destacamento de Inteligencia 124 y aparece involucrado en varios episodios. El juzgamiento en esta causa no le llegó, porque se produjo su fallecimiento. Además está acusado de formar parte del grupo que tuvo a su cargo el hecho más vergonzante que como sociedad podemos exhibir los chaqueños: la masacre de Margarita Belén, ocurrida 15 meses después
No eran tiempos fáciles. A su casa fue a buscarlo el mismo Cardozo, que con pistola en mano formó parte del grupo que lo torturaba en presencia del entonces fiscal federal Roberto Mazzoni. Suena terriblemente loco que un magistrado federal convalide la detención y tortura, pero sucedió. Algo parecido le sucedió después en la delegación del Escuadrón de Gendarmería Nacional, donde el secretario del Juzgado Federal Carlos Flores Leyes le pidió que ratificara con su firma una declaración.

“No sabe nada, es un perejil”
Ricardo Vassel vivía en un departamento cercano a la UNNE, de donde también varios policías lo detuvieron, hecho que se repitió con otros habitantes de ese lugar: José Luis Valenzuela, Mario Mendoza y su hermano Rubén. Además el domicilio estaba ubicado también en Villa Centenario, donde apresaron a Barúa. Por supuesto, su primer “destino” fue La Brigada, donde iba a “recibir” la primavera de 1975.
Un oficial de Gendarmería de apellido Sanchistella y Manader fueron los encargados de la “comisión interfuerzas” que se destacó en su domicilio para llevarlo a las trompadas hasta ese centro clandestino de detención, donde no lo esperaba un comité de recepción, sino dos del grupo de los más temibles personajes que eran dueños de la vida de los que ahí caían por razones ideológicas: Carlos Alcides Thomas y el Cardozo.
Sin rodeos lo llevaron a una sala contigua al patio donde lo sentaron en una silla y comenzaron a darle golpes con los puños y después descargas con picana eléctrica. Le hicieron bajar los pantalones y lo picanearon entre las piernas y en los genitales. En un momento de esa situación de película de terror pudo escuchar una voz que decía: “éste no sabe nada, es un perejil”.

“Ley 20.840 para éste”
Un grupo de policías de La Brigada lo detuvo en la vía pública a Carlos Dante Peinó. Fue el 10 de septiembre de 1975 y nadie le dijo el motivo del cese de su libertad. Lo llevaron hasta un domicilio de Carlos Boggio al 600, donde lo estaba Thomas, y cuando le dijeron quién estaba llegando dijo “Ley 20.840 para éste”.
Esa ley es la de Seguridad Nacional, que fija penalidades para las actividades subversivas en todas sus manifestaciones, y fue sancionada el 28 de setiembre de 1974 y promulgada dos días después.
Eran otros tiempos aquellos. Paradójicamente, en su primer artículo esa ley señalaba: “será reprimido con prisión de tres a ocho años, siempre que el hecho no constituyere un delito más severamente penado, el que para lograr la finalidad de sus postulados ideológicos, intente o preconice por cualquier medio, alterar o suprimir el orden institucional y la paz social de la Nación, por vías no establecidas por la Constitución Nacional y las disposiciones legales que organizan la vida política, económica y social de la Nación”.
¿Esas detenciones no eran ilegales? ¿Quiénes amparaban esas prácticas reñidas con la Constitución y las leyes?.

La razón del miedo
Cuando estando detenida en el Regimiento de Corrientes recibió un vestido que le envió su mamá con un bordado que decía “mi princesita de cuentos de hadas”, María Julia Morresi supo que estaba reconocida legalmente. Después se enteró de que a ella y a su pareja, Fernando Piérola, los buscaron en Misiones, Corrientes y Chaco, pero en ninguna dependencia los reconocieron como detenidos, condición en la que estaban desde el 20 de octubre de 1976, cuando fueron apresados en Posadas, Misiones.
La sombra de Alberto Valussi la perseguía, y a Fernando también. En Corrientes éste le contó que “Beto Valussi” lo había torturado. Tenía heridas en los tobillos que llegaban hasta el hueso: había estado colgado de algún techo o pared. Fue la última vez que lo vio. El 13 de diciembre de 1975 Fernando Pierola fue fusilado Margarita Belén.
“Teniendo la oportunidad de hacer esta declaración en el juicio a las Juntas no la hice. La razón fue el miedo terrible, porque después de salir en libertad vivía prácticamente en contacto con estos personajes en la vida común de Resistencia. Salí en diciembre de 1977, me volvieron a detener en abril del 78 para hacerme un Consejo de Guerra y estuve quince días detenida, nuevamente. Hacia septiembre-octubre del 78 me vuelven a detener, esta vez por disposición del Juzgado Federal, salgo en libertad en diciembre del 79”, dijo María Julia.
Por eso sintió miedo y no hizo ninguna denuncia. Siente en su fuero interno que “Valussi sabe dónde están los cuerpos de las víctimas y lo que sucedió en la masacre de Margarita Belén. Por esa razón hago esta declaración, para que la Justicia lo investigue en el marco de esa causa...”

Fuente: DIARIO NORTE



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